-Yo tampoco, mi señor -dijo el armador-. Confieso que estos colores no eran lo que yo quería, y no sé si podría duplicarlos ... Tu señor padre había pedido el carmesí de tu casa, y fue ese color el que me propuse infundir en el metal. El acero valirio es terco, estas viejas espadas recuerdan, dicen, y no cambian fácilmente, he trabajado medio centenar de hechizos y aclarado el rojo una y otra vez, pero siempre el color se oscurecería, como si la hoja estuviera bebiendo y algunos pliegues no tomarían el rojo en absoluto, como puedes ver ... Si mis señores de Lannister están disgustados, por supuesto lo intentaré de nuevo, tantas veces como necesites, pero ...
-No hace falta -dijo Lord Tywin-. Esto servirá.
"Magnífico." Incluso en manos tan inexpertas como las de Tyrion, la hoja se sentía viva. "Nunca he sentido un mejor equilibrio."